Me he dado cuenta de que por naturaleza soy una persona amable...
No es un deseo de aceptación, me nace...
Soy generosa y tiendo a abrir vínculos confiadamente... pero siempre he tenido límites, mismos que reconozco poseer gracias a las actitudes que intentan traspasarlos.
Yo he observado que -en cuestión de relación de pareja- hay hombres que se muestran reservados porque intuyen que tanta amabilidad no puede ser perpetua.
Algo así como pensar: "ésta seguro se pone histérica como todas... o hasta peor, me andaré con tiento" debido a sus experiencias vividas anteriormente. Porque sí, hay muchas personas que aprenden de las cosas que atraviesan, vienen experimentados.
Pero hay muchas personas que también han vivido muchas situaciones variadas y cuantiosas y no han aprendido nada pues atraviesan las relaciones absortos en ellos mismos, por lo que su nivel de aprendizaje es nulo.
Alguna persona así ha pasado una que otra vez por mi vida y lo que hacen es interpretar mi amabilidad como signo de infravaloración. Y sin tapujos te demuestran su empuje y llegan hasta tus fronteras. Cuando no los dejas pasar, se desconciertan y se les activa la "máquina aventadora de culpas" cuyo único target eres tú.
Gracias a estas personas sé que mis límites están muy firmes.
¿Cómo es que se han ido fortaleciendo límites antagónicos con mi forma de conducirme en la vida (toda abierta sintiendo que todos somos bien intencionados)?
Lo atribuyo a que me enseñaron que un NO es un NO.
Para poner límites debes aprender a limitarte y contenerte tú misma. Hoy estoy más consciente de eso: entre más gratificadas somos las personas, nuestros límites se encuentran más profundos; por eso cuando vives una etapa de satisfacciones y triunfos, te vuelves más accesible. (Ninguno de éstos criterios es profesional, así que en algún momento buscaremos el fundamento psicológico, para corroborar si nos ocurre a todos o sólo a unos cuantos o el mío es un resultado aleatorio)
Entonces, aunque estés atravesando por una etapa satisfactoria en tu vida, te paso unos tips:
- Quédate con el antojo. (Reduce tus raciones algunos días a la semana, prívate voluntariamente de algún gusto culposo alguna vez al mes, como el café, un cigarro, una cerveza, un postre; esto para trabajar sobre la gratificación extra a la que estamos tan acostumbrados como premio o corona sobre nuestras actividades)
Resultado: podrás dejar a algún pretendiente inconveniente con el antojo, nadie te lucirá como un trofeo.
- Quédate con un poquito de hambre. (Haz algo como el ayuno intermitente, además de que es saludable te concentra en tus actividades productivas y te distrae de la sensación de satisfacer una necesidad básica; no lo hagas siempre si no te agrada la idea, el objetivo es un poquito de autodominio)
Resultado: Si eres capaz de privarte de una necesidad básica, no necesitas nada.
- Haz algo extraordinario por los demás. Ok, tu lavas todos los trastes del día, te encargas de preparar los elementos para los informes de todo tu departamento y eres una super mujer. No importa, ésa es tu capacidad. Haz algo más, algo que te agote, algo que te cueste, algo que salga de tu zona de confort y hazlo con amor.
Resultado: salir de tu zona de confort te permitirá detectar cuando una persona está contigo sólo porque le resulta cómodo. En la comodidad jamás surge el amor, la comodidad puede llegar sólo después de que nace el amor. Y suele causar conflictos que obligan a seguir creciendo. Porque el amor es movimiento.
Son tres tips breves pero nada fáciles para efectuarlos. Aquí te va un bonus tip para conseguir esa fuerza extra que necesitarás para llevarlos a cabo.
- Lee un Evangelio y haz oración. Orar te recuerda que hay alguien que te ama incondicionalmente y si lees la vida de Jesús tu mente se irá expandiendo en la libertad y el amor real, el de obras, el de acciones, el que crea, que regenera y que transforma. Y te hará recordar qué es bueno para tí y para los demás y a recordar que tienes todo el derecho de negarte o declinar todo aquello que te haga mal o que amenace con hacerlo.
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