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  • Foto del escritorAurea Lorena Sarmiento Valdés

POLIAMOR EN CALMA


Cuenta la leyenda que hay algunas personas con las que sostienes una relación de pareja y son quienes te conducen a "sentar cabeza", es decir: que andas con ellas y quedas al punto para casarte con la pareja próxima pasada o futura.


Mi lógica sobre el asunto es que tales personas pueden crear un punto de referencia en el cual permiten al otro valorar la tranquilidad y estabilidad que un día les estaba causando aburrimiento o la sensación de que se estaban perdiendo algo.


Mi visión optimista sobre ésta relación infernal con el poliamoroso encubierto es que finalmente haya apreciado -después de mí- que las miembros del selecto grupo de amadas ya eran las justas y suficientes, que ya no cabía una más en ése “team".


El "poliamor-team"...


Es mi ego hablando... siempre quieres ser algo bueno en la vida de las personas... y aunque los hechos actualmente visibles abonarían a fortalecer mi positiva percepción, la realidad es que en la vida de un poliamoroso hay etiquetas y la que le toca a la pareja/as es de "una más” (una más que sí jala o una más que rechaza la oferta, pero siempre "una más").

Pero existimos mujeres que nos rebelamos a las etiquetas y de forma directa o indirecta siempre estamos rechazando las situaciones que nos resulten un desgaste diario e innecesario por quitarte una de encima ya que es tan molesto e incómodo como si estuvieras “espantando un mosquito” todo el día. Por lo general, soy denominada como “inflexible” y aunque no es el término adecuado para definir mi actitud de "passing shot" contra las imposiciones, lo acepto con gusto si eso indica que con esa etiqueta se sustituyó la de "una más".


No he sido del todo explícita en lo nocivo de ésta relación porque NO es lo que importa: algunas personas tienen menos tolerancia y no deseo distraer la idea principal de este blog que es darte una información que pueda servirte. Pero sí, fue impactantemente nociva...


Platicando al respecto con una amiga muy cercana, surgió la pregunta: ¿Por qué siendo inteligentes y experimentadas aún podemos entrar en una relación nociva?


Mi respuesta es ésta: tener una visión clara sobre la vida y una asimilación positiva sobre las experiencias no nos exenta de la imperfección del ser humano (incluyendo la propia), tampoco nos convierte en adivinas que puedan ver a profundidad la verdad del corazón de cada persona. Y el mismo realismo adquirido nos impide descartar de primera por señales incipientes (NO las ahora llamadas #redflags, hablo de cosas más sutiles) porque sabemos que muchísimas de esas señales son completamente llevaderas y por lo general no terminan en violencia ni daño alguno, aunque sí te hacen mantener los sentidos despiertos. De hecho, con la experiencia vas aprendiendo a tratar con mayor serenidad ciertas actitudes y vas atravesando situaciones diversas con mayor determinación. Por eso es que nos adentramos en un proceso indagatorio del que sabes que puedes salir y luego hacer un blog con lo aprendido. Es decir, nos volvemos más valientes pero menos temerarias. Todo el tiempo nos mantenemos analizando una relación hasta determinar la compatibilidad o lo contrario, porque ya nos conocemos mejor. Nunca dije que fuera una respuesta breve, jajaja.


Lo malo de éstas “indagatorias” es que te enojas frecuentemente pensando “¿Cuánto falta para salir del tunel?” Porque la realidad es que desde que entras en una relación nociva estás rumbo a la salida, desde la primera de estas señales que refiero:

  1. Esos comentarios fuera de contexto con tono amable y en los que menciona todas tus características como si fueran un defecto. (Tal vez solo es una mala costumbre o es controlador)

  2. Esas intermitencias que parecen venir de tu indisponibilidad. (Tal vez se siente rechazado o tiene otras relaciones)

  3. Esas veces en las que está involucrado en tu día a día y sabe todo de tí pero parece omitirlo cuando puede ayudarte en algo. (Está rebelde al empoderamiento femenino o NO te quiere)

Mantener siempre una actitud investigativa te permitirá mantener la cabeza fría aún con intensas demostraciones pasionales.


Hay otra señal: te busca con iniciativa pero las charlas te parecen forzadas, como si "tuvieran que ser", como si fueran una caja de regalo sin contenido.


Y sí, llegar hasta el final es jugar limpio y -en mi caso- saber que no descarté al amor de mi vida. Sí, es una postura romántica, pero así tiendo a resolver y muchas mujeres también. Pero tengamos siempre presente que ser románticas de nacimiento viene acompañado de un don: el de la agudeza. Porque sientes tanto que tienes que cuidar ese corazón y tratarlo con delicadeza y Dios te dota con las herramientas que necesites.

Para resumir, citaré las palabras de la Rose Morgan de Barbra Streisand en "The mirror has two faces": "Nos enamoramos porque se siente encabronadamente bien"...

Ahora citaré mis propias palabras: "Si te hace disfrutar, te puede hacer sufrir", es la misma moneda con dos caras distintas. Noten cómo es mi habilidad para compararme con el contenido de una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Pero fuera de broma, la realidad es que hay una etapa al iniciar una relación en la que la vulnerabilidad propia del momento romántico, nos crea una ligera dependencia emocional que no por pasajera deja de ser poderosa. Te hace reir, puede hacerte llorar... ¿Por qué? Porque ya le abriste el corazón... cuando menos...


Así que es importante tener en claro nuestro funcionamiento físico, químico, emocional, mental, entender por qué nos suceden las cosas, créanme: no le quita ningún chiste, al contrario, hace más apasionante cada experiencia pero conociendo mejor cómo y por qué estás como estés, es más probable que si tienes la valentía de iniciar un romance de forma espontánea, también tengas la claridad de cómo salir de ahí si no te conviene permanecer.


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